Miles de israelíes acompañaron al cortejo fúnebre de la familia Bibas
La familia pidió un sepelio privado y denunció el uso político de su dolor. "No nos levantaremos hasta que el último secuestrado vuelva a casa", expresó Yarden Bibas, su esposo y padre de los niños.
En cada rotonda, en cada cruce de caminos y a lo largo de la ruta, miles de personas se congregaron para acompañar el cortejo fúnebre de Shiri Silberman Bibas y sus pequeños hijos, Ariel y Kfir. La familia, de origen argentino, fue llevada a su última morada en un cementerio cercano al Kibutz Nir Oz, el mismo lugar de donde fueron secuestrados con vida, y no lejos de la Franja de Gaza, donde fueron brutalmente asesinados.
Un sepelio íntimo y una protesta contra el uso político del dolor
Siguiendo el pedido de la familia, la despedida fue privada, con un grupo reducido de allegados. La decisión no solo buscó proteger su intimidad, sino también evitar la presencia de políticos que pudieran instrumentalizar el dolor con fines partidarios.
La familia Bibas expresó su indignación ante el uso reiterado de descripciones crudas sobre la muerte de sus seres queridos, especialmente por parte del Primer Ministro Benjamin Netanyahu.
Shiri Bibas.
— Vivid.%uD83C%uDDEE%uD83C%uDDF1 (@VividProwess) February 26, 2025
Ariel Bibas.
Kfir Bibas.
We will never forget. We will never forgive.
May their memory be a blessing forever. pic.twitter.com/kRfv9FVih5
"No nos levantaremos hasta que todos los secuestrados vuelvan a casa"
Durante el comienzo de la procesión, la familia compartió su anhelo de que algún día puedan reunirse nuevamente en la alegría y no en la tristeza.
Yarden Bibas, esposo de Shiri y padre de Ariel y Kfir, quien había sido secuestrado por separado y liberado semanas atrás, se dirigió a quienes lo acompañaban:
"A través de la ventana hoy veo un país destrozado. No nos levantaremos ni nos recuperaremos hasta que el último de los secuestrados esté en casa", afirmó con profunda tristeza.
En medio del duelo, la despedida de la familia Bibas se convirtió en un símbolo del dolor y la resistencia de un pueblo que aún espera justicia y la liberación de quienes siguen cautivos.