Arte, miedo y polémica: «El Niño», la escultura que sorprende en Palermo

Un maniquí vestido como un chico castigado apareció en Fitz Roy y desató todo tipo de reacciones. "Es muy border, pero está genial", opinó una vecina. La instalación, empotrada en la vereda, busca interpelar a los transeúntes.

En Palermo, sobre la calle Fitz Roy al 1900, peatones, vecinos y hasta la policía se han encontrado con una escena inquietante: un chico encapuchado, inmóvil, de espaldas y con las manos en los bolsillos, como si estuviera castigado contra la pared. Muchos lo confunden con un niño real y reaccionan entre la sorpresa, el miedo y la necesidad de ayudar.

"Amigo, ¿estás bien? Te quiero ayudar", le dijo un joven que intentó acercarse sin recibir respuesta. Una mujer policía incluso llegó a hablar de "brujería" y pidió refuerzos al ver que el supuesto niño no reaccionaba. Solo después de varias intervenciones se descubre la verdad: se trata de «El Niño», la instalación artística del creador Sebastián Andreatta, conocido como BIH, que buscó provocar un fuerte impacto en el espacio público.

Una obra que incomoda y conmueve

"Impacta por su realismo. Venía pensando en la idea de llenar algún rincón de la ciudad con una imagen corpórea fuerte y este maniquí me cerró por completo", explicó BIH, de 36 años, sobre su obra que pesa 43 kilos, mide un metro, calza 27 y está vestida con ropa económica y zapatillas nuevas.

El artista, que ya había realizado intervenciones provocativas como colgar 150 calzoncillos junto al Museo de Bellas Artes, no imaginó el nivel de repercusión. "Es la primera vez que pasa algo tan fuerte en una instalación mía", confesó.

Del rechazo en Colegiales a la aceptación en Palermo

La escultura apareció primero en Plaza Mafalda, Colegiales, donde fue arrancada de la vereda y arrojada a un volquete. BIH la rescató y decidió trasladarla a Palermo, donde por ahora permanece empotrada en el suelo. "No tiene cara, no tiene nombre y usa ropa barata. Calculo que seguirá ahí unos quince días, soportando el sol, la lluvia, el frío y el calor, como tantos niños que crecen en la calle", dijo el artista, quien no pidió permiso para instalarla.

En el barrio, las reacciones son constantes. "Es muy border, yo me cagué en las patas, pero debo reconocer que está genial. Si la idea era generar emociones, lo logró", contó Sofía, una joven que paseaba a su perro. Otra vecina, Karina, confesó: "Tengo un hijo con autismo y tu obra me impresionó porque me llevó a la realidad de muchos niños que sienten el vacío social y la no inclusión".

Opiniones divididas en redes y en el barrio

En Instagram y X, la instalación despertó cientos de comentarios. "Es tu obra que más moviliza: genera bronca, enojo, dolor, susto. Se la ama y se la odia", escribió la emprendedora Noelia Yametti. La artista Natacha Walker opinó: "Es una obra que me rompe el corazón", mientras que otros la definieron como "impactante y disruptiva".

Desde un balcón frente a la obra, un vecino se volvió espectador privilegiado de las reacciones: "Vi a un delivery que le gritaba desde la calle casi al borde de los nervios. Y cuando la policía empezó a hablar de brujería tuve que explicarles qué era. El barrio está revolucionado".

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